Resguardada por los árboles maduros que bordean la propiedad, la antigua residencia se erige como un santuario poco común dentro de la densa jungla urbana. Sin embargo, esta ventaja natural también ocultaba un problema subyacente: debido a la sombra constante de los árboles, partes del jardín sufrían de falta de luz solar, lo que resultaba en vegetación escasa y débil. Además, la distribución original, que contaba con un solo punto de acceso, presentaba una desventaja funcional: los visitantes debían pasar por el área privada del residente de mayor edad, interrumpiendo su vida cotidiana. En consecuencia, reconfigurar el sistema de circulación se convirtió en un aspecto clave de la renovación.
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