El Retiro y Café Dragonfly fue transformado de un antiguo almacén de cultivo de champiñones—todo estaba viejo, desgastado y olvidado por el tiempo. Sin embargo, esa misma sensación de desolación fue lo que me intrigó. Toda la cara sur del edificio se abre hacia una colina prístina, y más allá de ella, el mar se extiende amplio y libre. Se sentía como el escenario perfecto para crear un lugar de retiro pacífico—donde uno podría simplemente sentarse en silencio y respirar profundamente.
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