Entre el silencio y el caos, damos forma a nuestro mundo. Cada espacio que habitamos susurra historias, despierta sensaciones y esculpe nuestros pensamientos. El minimalismo, con su ligereza y propósito, invita a la serenidad. El maximalismo, exuberante y vibrante, celebra la personalidad en cada detalle. Pero, ¿cómo estas filosofías afectan nuestra mente? Comprender sus impactos psicológicos puede ser la clave para crear ambientes que elevan el bienestar y hacen la vida más armoniosa.
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