¿Quién iba a imaginar que una pared recién pintada, tan lisa y brillante, podría esconder un gran problema? La pintura es uno de los acabados finales que aportan belleza y protección a los ambientes, ya sean internos o externos. Pero detrás de este toque de color, hay una capa invisible que se acumula silenciosamente en nuestros ecosistemas e incluso en nuestros cuerpos. Según una investigación reciente realizada en Suiza, la pintura de construcción es una de las mayores fuentes de contaminación por microplásticos en océanos, ríos y otros entornos. Estos, de menos de 5 mm de tamaño, ingresan a los ecosistemas a través de la erosión y dichos residuos se acumulan en los cuerpos de los animales marinos y terrestres (y, en última instancia, en los humanos), cuyos impactos a largo plazo en la salud humana aún se están estudiando. Hasta el momento, las evidencias indican que la exposición continua puede contribuir a una variedad de problemas, tanto físicos como metabólicos.
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