Construido en la década de 1970, el edificio que albergaba el antiguo conservatorio de Fontenay-aux-Roses ya no cumplía con los estándares actuales de accesibilidad, seguridad y comodidad. Por lo tanto, el equipo municipal decidió transformar parte del sitio en oficinas y la otra parte en un espacio cultural y comunitario dedicado a los residentes y asociaciones de la ciudad. Los estudios y la supervisión de las obras de renovación fueron confiados a Monique Bastos, arquitecta principal de Modal Architecture, quien se centró en reconfigurar el propio edificio y reconectarlo con el tejido urbano, particularmente con las calles circundantes y la topografía del sitio. El edificio se encuentra en las laderas de la ciudad, en un terreno empinado con una diferencia de elevación de casi 6 metros entre las dos calles colindantes. Su fachada principal, casi imperceptible desde la calle, anteriormente daba a una gran plaza elevada poco utilizada, accesible solo a través de una rampa de automóvil con una inclinación pronunciada.
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