En cada una de nuestras fosas nasales, dos tipos de nervios juegan un papel fundamental en nuestra salud. Los nervios olfatorio y trigémino captan los olores y envían información al cerebro, más específicamente al bulbo olfatorio, para su interpretación. A su vez, este se comunica con la corteza, responsable de la percepción consciente de los olores, pero también con el sistema límbico, que controla el estado de ánimo y las emociones inconscientes. Esta es la defensa del organismo frente a los malos olores o aromas irritantes o fuertes, creando aversión a aquellos que puedan perjudicarnos de alguna forma.
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