El edificio de 13.500 m2, que se compone por un bloque horizontal de seis plantas y una torre de 13 plantas, en la esquina entre la avenida Meridiana, y la calle Sancho de Ávila, se distingue por vincularse directamente con la trama urbana circundante, en contraste al hermetismo de otros edificios contemporáneos. La voluntad del proyecto de integrarse a pleno título en el contexto urbano se manifiesta en una fachada rugosa y vibrante. Las ventanas, al abrirse, facilitan vistas panorámicas hacia la ciudad y su diseño evoca elementos de las antiguas fábricas del barrio, que, por la gran concentración industrial a finales del siglo XIX, se conocía como el “Manchester catalán”. Por un lado, se genera un patrón repetido en la disposición de las ventanas, al evocar el ritmo de los elementos fabriles de origen inglés tal como en Ca l’Aranyó y, por otro lado, se adopta y adapta el uso de materiales tradicionales como el ladrillo de arcilla. La entrada al complejo, marcada por un gran porche con marquesina roja, se sitúa en el chaflán de la avenida Meridiana y se configura como un espacio transparente que articula visualmente los ambientes comunes —como la recepción, los espacios de estudio y las salas de eventos; las zonas de descanso y estancia, la cafetería y la lavandería—. De esta manera, gracias al flujo de personas en la planta baja se crea un ambiente de “reciprocidad de miradas entre usuarios y paseantes”, como destacan desde el estudio JPAM.
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