Es realmente extraño cómo siempre nos encontramos de mal humor en el trabajo y nuestra productividad sigue disminuyendo a medida que pasa la semana. Para ser justos, no podemos seguir culpando a nuestros colegas, clientes o lunes por nuestro duro día; a veces es la silla en la que estamos sentados, la iluminación fluorescente sobre nuestra computadora o el sonido constante de la impresora cerca del escritorio.
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