El alto costo del suelo y las viviendas en zonas céntricas, obliga a los ciudadanos a construir en áreas mínimas, con propuestas que normalmente utilizan hasta el último metro cuadrado de manera formal. Esto limita cada vez más la relación del ser humano con su exterior, evidenciando esta deficiencia en los tiempos actuales. donde el confinamiento es una norma de vida. Las “zonas emergentes” de una vivienda permiten actividades de ruptura con lo cotidiano desde un uso subversivo, lugares que por normativa local no se puede edificar con elementos fijos o cerrados. Retiros laterales, posteriores y frontales, que son potenciados mediante un eje de crecimiento informal que conecta con el programa formal de la vivienda. El crecimiento informal dentro del sistema formal permite obtener una geografía que conecta con la necesidad esencial del ser humano, tanto de respirar como de sentir el sol y la lluvia.
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