Al diseñar y especificar la envolvente de un edificio, se deben considerar una serie de factores: costo, apariencia, aislamiento térmico y acústico, dimensiones, materiales, facilidad de construcción, necesidad de mantenimiento, y muchos otros temas importantes. Pero existe un elemento que generalmente pasa desapercibido, y que terminamos abordando solo cuando ocurre una tragedia: nos referimos al comportamiento de los materiales en caso de incendio. Más que depender de aparatos de control de incendios o de brigadas de emergencia, la idea de crear seguridad contra incendios se basa en la filosofía primordial de que el edificio, por sí mismo, debe estar diseñado para permitir la extinción del fuego y autoprotegerse para evitar su propagación.
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