“Da janela vê-se o Corcovado, o redentor, que lindo”. La letra de Tom Jobim, inmortalizada por las voces de João Gilberto y Astrud Gilberto, y una guitarra suave, fue una de las primeras canciones que introdujo al mundo la idea de un paradisíaco Río de Janeiro y un Brasil prometedor, con una población cada vez más urbana y una capital moderna construida de la nada. Casi 60 años después, Paulo Mendes da Rocha cita casualmente esta canción en una entrevista y señala que para él, en esta escena, el elemento más importante es la ventana, no el Corcovado ni el Cristo Redentor. Esto porque enmarca la vista y dirige nuestros ojos a lo que importa. Es una frase que pasa casi desapercibida, pero que tiene un enorme significado poético y artístico para el oficio de la arquitectura.
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