Pocas cosas nos irritan más que la exposición al ruido excesivo, o la incapacidad de escuchar lo que necesitamos escuchar. Aunque se trate de un sitio de construcción cercano, tráfico en la carretera, aire acondicionado o un vecino aprendiendo a tocar saxofón, investigaciones muestran que el ruido puede provocar enfermedades cardiovasculares, aumentar la presión arterial, producir dolores de cabeza, cambios hormonales, trastornos del sueño, reducción del rendimiento físico y mental, y del bienestar general. Por el contrario, un ambiente acústicamente "cómodo" nos permite escuchar adecuadamente, enfocarnos mejor y sentirnos más tranquilos.
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