Tal vez la apertura zenital más célebre construida sea el Panteón de Roma, encargado por Marco Vipsanio Agripa durante el reinado del emperador Augusto (27 aC-14 dC), y reconstruido por Adriano (117-138) alrededor del año 126. En el punto más alto de su cúpula (en este caso, la ocular) brilla la luz del sol, lanzando sus haces sobre las varias estatuas de divinidades planetarias que ocupan los nichos en las paredes. La luz que entre en el espacio simbolizaba una dimensión cósmica, sagrada. Bien utilizada, la luz natural sigue cumpliendo ese papel escénico, sobre todo en proyectos religiosos.
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