Hay pocas cosas que nos fascinan más que el mar. Su contemplación suscita un sentimiento de paz y sus colores, movimientos y amplitud proporcionan un efecto –científicamente comprobado– de relajación en nuestro sistema nervioso. Sobre todo, nos hace percibir lo pequeños que somos ante el universo. No es casual que una casa frente al mar sea un sueño para muchos. Y con una piscina justo delante, aún más.
Las piscinas (albercas o piletas) 'infinitas', sin bordes, juegan con ese sentimiento de infinidad entre el mar y el cielo. A través de la disposición inteligente de planos y niveles, se crea una ilusión óptica que hace que el agua de la piscina parezca fusionarse con el horizonte, desbordando en uno o más de sus bordes. Pero antes de planificar su foto en Instagram, con una copa de espumante en la mano, es interesante entender cómo se construyen.
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