A diferencia de la mayoría de los animales, los bebés humanos no nacen de forma autónoma y necesitan de una serie de cuidados en los primeros años de vida para sobrevivir. En los meses posteriores al nacimiento, todavía somos incapaces de alimentarnos, movernos o expresarnos adecuadamente. Poco a poco, el bebé, que parecía completamente fuera de contexto, comienza a interactuar con personas y objetos, y todo se vuelve enormemente interesante para ser explorado. Por trivial que parezca, en este momento el cerebro del niño está haciendo miles de sinapsis, generando nuevas conexiones y respondiendo a los estímulos del mundo. Los investigadores han descubierto que es durante la infancia cuando formamos partes del cerebro que influirán directamente en el individuo como adulto.
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