Salto al vacío. Tras la reestructuración de la bodega Quinta da Faísca, surgió la necesidad de pensar en el alojamiento de los visitantes. La tierra estaba ocupada. Casi todo. Con el viñedo y las casas y bodega existentes. Algunos olivos y muchos almendros. Sólo quedaban los espacios donde es -casi- imposible plantar vides y la vista casi infinita.
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