Cuando se proyecta un edificio, un pensamiento recurrente suele ser el de cuánto durará en el tiempo. Y es que una vez el edificio finaliza su construcción y abre sus puertas al usuario, comienza su etapa de vida útil, y poco a poco irá construyendo su legado. Entra en juego entonces la cuestión de cómo será recordado, de cuál será la huella de este edificio en nuestros recuerdos: memoria arquitectónica. Y al igual que la memoria humana, la arquitectónica es caprichosa. Los edificios se olvidan como se olvidan recuerdos.
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