Habitare, del latín "ocupar un lugar", vivir en él. La arquitectura es capaz de suscitar casas simplemente limitando espacios, conformando sus límites con innumerables recursos y matices. Sin embargo, una casa no tiene por qué ser un hogar. Un hogar es una vivienda más la adición de la humanización formal que provoca el solo hecho de vivir, de la agregación de los objetos y muebles que guardan las personas que habitan en ella, de sus pertenencias, de su alma. Es el habitante que, antropológicamente vinculado al hecho del fuego y de la familia que a su alrededor hace vida, se encarga de crear un hogar.
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