La naturaleza ha sido continuamente considerada una musa inspiradora para los arquitectos. Colores y formas del mundo natural están incrustados en construcciones artificiales. Los edificios también están formados por patrones de viento y sol, topografía y vegetación. Mientras que la arquitectura se alimenta de los efectos de la naturaleza, los edificios se han propuesto como objetos inertes que permanecen estáticos en un mundo en evolución biológica. Las "junglas" antropocéntricas de hormigón están desprovistas de vida, separando a los humanos de los entornos naturales y provocando desequilibrios que se han manifestado en forma de pandemias. Pero, ¿cómo serían las ciudades si no hubiera fronteras entre humanos y ecosistemas?
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